21 de abril de 2010

Comisión de Cultura de la Fundación para el Estudio de Políticas Públicas del EDE.

Sobre los centros culturales en la ciudad

¿Qué relaciones mantiene el Gobierno con los Centros Culturales autogestionados de la Ciudad? ¿Cómo canaliza sus inquietudes, necesidades o reclamos? ¿Qué vínculos apuesta a construir con ellos? Responder a estas preguntas nos permite evaluar la política del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires, sus objetivos y prioridades en el campo de la cultura. Y concluir que está muy lejos de promoverlos y defenderlos, y que en cambio parece apostar por dejarlos librados a su suerte frente a eventuales problemas, cuando no asume en sus propias manos la tarea de desalojarlos de los lugares donde funcionan.

Desde la asunción de Mauricio Macri en 2007, al menos tres Centros Culturales fueron desalojados en la Ciudad. La Casa Zitarrosa realizaba espectáculos y actividades que vinculaban a la Argentina y el Uruguay, y funcionaba en un espacio cedido en comodato por el mismo Gobierno de la Ciudad, en la gestión de Ibarra. Pero en 2008 recibieron una nota de la Dirección de Bienes, firmada por el Jefe de Gobierno, en el que se les anunciaba la decisión de desalojarlos. Quince días después la policía tiraba abajo la puerta y hacía efectiva la medida; ningún funcionario del área de Cultura se haría presente o se comunicaría con los encargados del Centro para tratar de aportar una solución, o al menos una disculpa. Hoy la Casa Zitarrosa lleva adelante un reclamo judicial que les permita recuperar el espacio, que por otra parte se mantiene desocupado y sin uso.

En el desalojo del Centro Social Almagro, en agosto de 2009, participó la Guardia de Infantería. El operativo desató una batalla campal con unos 200 participantes del centro comunitario y las cooperativas de cartoneros que funcionaban en el lugar. Entre piedras y gases lacrimógenos, hubo trece detenidos y hasta periodistas heridos. Aunque parezca increíble, las cooperativas se hallaban inscriptas en los programas de "Recuperadores Urbanos" del Gobierno de la Ciudad, por lo que el desalojo se realizó contra organizaciones cuyo trabajo ya estaba reconocido institucionalmente.

Por último, el caso de la Huerta Orgázmika es el más ilustrativo de la política macrista. Solo puede entenderse como parte de su necesidad compulsiva por situar el problema del espacio público en términos puramente policiales, a resolver mediante rejas, vigilancia y represión. No se entiende, si no, el operativo dispuesto en mayo del año pasado para desalojar la Huerta mediante topadoras, policías y hasta una fuerza de choque como la desmontada UCEP, y borrar literalmente el espacio ubicado sobre las vías del tren, a 30m de la Estación de Caballito. Un espacio comunitario, recuperado por vecinos y dedicado al cultivo de productos orgánicos y la difusión de actividades relacionadas. Nuevamente, ninguna voz del Gobierno de la Ciudad pretendió entablar un diálogo y hallar una vía para que sus actividades pudieran seguir desarrollándose.
En la Ciudad se multiplican los Centros autogestionados con problemas para seguir funcionando. En Palermo, el espacio recuperado por la Asamblea de vecinos después del 2001 en la calle Bonpland sigue esperando una notifiación de parte del Gobierno de la Ciudad que les permita renovar el convenio de uso precario vencido recientemente. Su interlocutor en el Gobierno es la Diercción de Ferias y Mercados, pese a que se dedican a actividades culturales y recreativas impulsadas por distintas organizaciones. En Constitución, el Centro Compadres del Horizonte sufrió el endurecimiento del código de habilitaciones, tras la tragedia de Cromagnon. Algunos de sus integrantes fueron procesados por incumplir las órdenes de clausura, y cuatro años después aún intentan desentrañar el laberinto administrativo que representa todo intento de habilitar legalmente un Centro Cultural. El Circo Trivenchi, también en Constitución, recibió el año pasado la notificación de un decreto en el que se ordenaba su desalojo. Un pedido de amparo es lo único que evita, por ahora, su desmantelamiento.
El cuadro de desidia y arbitrariedad se completa con la declaración de Interés Cultural de la que gozan muchos de los Centros perseguidos, como el de Compadres del Horizonte y el Circo Trivenchi.

Este es un breve panorama de la situación. Desde el EDE, y la Comisión de Cultura, estamos reuniéndonos con integrantes de Centros Culturales, informándonos y planeando posibles mecanismos que permitan mejorar su situación. Sin duda, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires debe contar con ámbitos abiertos, dispuestos a dialogar con los proyectos culturales promovidos por vecinos y vecinas de la Ciudad. En ese sentido aspiramos a formular propuestas que conviertan a la gestión de gobierno en un ámbito que contenga y colabore con los Centros, en lugar de expulsarlos.