La polémica en torno al pago de deuda externa
Desde comienzos de este año hemos asistido a un debate en torno a la constitución de lo que dio en llamarse primero Fondo del Bicentenario y luego Fondo de Desendeudamiento. Si bien desde el Encuentro hemos respaldado la iniciativa de utilizar las reservas, para no implementar una política de ajuste, también consideramos que es el Congreso quien debe regular estos DNU y que es necesario y urgente investigar el origen y la legitimidad de la deuda externa, tal como lo hemos planteado públicamente.
La iniciativa del gobierno de pagar deuda externa utilizando reservas fue resistida enérgicamente por la mayor parte de la oposición, que apeló al Congreso y al sistema judicial para tratar de impedir que el gobierno se hiciera de dichos fondos. Ahora bien, ¿qué implicancias tiene la constitución del Fondo de Desendeudamiento? ¿qué impacto tendría en la calidad de vida de los argentinos? ¿cuál es la posición de nuestro partido?
Para poder entender mejor el debate actual, conviene hacer un poco de memoria y recordar cómo fue el proceso de desendeudamiento que vivió el país entre 2003 y 2009. Como consecuencia de la caída de la convertibilidad en 2001, Argentina se vio imposibilitada de continuar pagando sus vencimientos de deuda, lo que obligó al gobierno de aquel entonces a declarar el default. Con la recuperación iniciada a mediados de 2002 el gobierno inició una estrategia basada en dos pilares. De una parte, se gestionó una renegociación de la deuda que permitió una quita del 75% sobre una parte importante de los compromisos del país, en un proceso similar al que Correa llevó adelante recientemente en Ecuador. Por otra parte, Argentina pagó puntualmente todos los vencimientos de deuda sin recurrir a nuevos préstamos externos. Esto fue posible porque durante estos años existió un fuerte superávit comercial (que aportó los dólares) y un notable superávit fiscal (que le permitió al gobierno tener los pesos necesarios para comprarle los dólares al Banco Central o en el mercado cambiario).
La situación cambió con el inicio de la crisis internacional, que condujo a la economía local a una recesión en el período 2008-2009. La caída de la actividad económica implicó una merma en la recaudación, complicando las cuentas públicas. Pese a este escenario, el Gobierno decidió no contener el gasto público, implementando políticas keynesianas que tenían por objeto aumentar el nivel de consumo de la sociedad y, de esta manera, generar estímulos para que las empresas no bajaran los niveles de producción y empleo. Sin embargo, como consecuencia de este accionar, el Estado Nacional ya no tiene superávit fiscal (como sí tenía en el período previo), lo que implica que tampoco tiene los recursos necesarios para salir a comprar los dólares necesarios para hacer frente a los vencimientos de deuda de este año.
Ante esta coyuntura, el gobierno decidió constituir el Fondo de Desendeudamiento. En pocas palabras, esta medida implicaría que el Banco Central (que tiene U$S 50.000 millones de reservas) le preste 6.500 millones de dólares al Gobierno , que a su vez los utilizaría para pagar la deuda. Esto permitiría cancelar los pagos internacionales sin tener que contraer el gasto público, es decir, sin tener que reducir la obra pública, los planes de empleo y las partidas de salud y educación, entre otras cosas.
El planteo de la oposición conservadora, por el contrario, sostiene que el gobierno tiene que pagar la deuda sin recurrir a las arcas del Banco Central. Pero ¿qué significa esto? Lo que la oposición de derecha realmente está proponiendo es que el gobierno haga un ajuste para así obtener los fondos que necesita para pagar la deuda. Probablemente, la razón de fondo de este planteo es que como consecuencia del ajuste el gobierno pierda popularidad y, así, llegue debilitado al 2011. Lamentablemente, la estrategia política de la derecha tiene como consecuencias el deterioro en la calidad de vida de miles de argentinos.
Dicho en otras palabras, el gobierno necesita pesos para comprar los dólares para pagar la deuda, y existen tres posibles caminos. El primero de ellos, propuesto por el gobierno, es que el Banco Central le preste al Tesoro Nacional los fondos que necesita para pagar la deuda este año y, en consecuencia, el gobierno no tenga que utilizar los pesos del presupuesto para obtener dólares en el mercado. La segunda alternativa, sostenida por casi toda la oposición, es ajustar el gasto, de forma tal obtener los recursos necesarios para comprar los dólares. La principal consecuencia de esta alternativa es que pondría un freno importante al proceso reciente de recuperación económica. La tercera opción es que el gobierno emita nueva deuda y utilice los recursos para pagar los vencimientos actuales. El problema con esta estrategia (contraer nueva deuda para pagar la deuda anterior) es que las tasas de interés que debería pagar son considerablemente mayores a las que podría obtener en caso de pedir un préstamo al Banco Central.
Finalmente, es importante destacar que no es posible utilizar directamente las reservas para llevar adelante proyectos de obra pública o para el mejoramiento de los planes sociales. Esto no es posible porque las reservas están en dólares y, justamente, los gastos que realiza el Estado son en pesos. Así, por ejemplo, si el gobierno quisiera construir un nuevo puerto utilizando las reservas sería necesario que venda los dólares para obtener los pesos necesarios para pagar salarios, cemento, acero, etc., dado que en el mercado interno se paga en pesos. Y luego el Banco Central tendría que salir a comprar estos mismos dólares, para evitar que se aprecie la moneda. Es decir, se daría el sinsentido de que el Estado venda los dólares de las reservas para luego volver a comprarlos, en lugar de utilizar directamente la moneda nacional. Debemos tener presente que las Reservas sirven para todo aquello que requiera moneda extranjera, como -por ejemplo- sostener el tipo de cambio, lograr estabilidad macroeconómica y financiar importaciones. Para el resto de los gastos se utiliza la moneda nacional soberana del país, sin necesidad de recurrir a las reservas.
Es por estas razones que desde el Encuentro creemos que el uso de reservas para el pago de deuda es la mejor opción posible en este contexto. Nos manifestamos en contra de una estrategia de retorno al proceso de endeudamiento, al igual que a cualquier propuesta de ajuste que frene la recuperación económica, con un impacto negativo sobre los niveles de empleo y producción. Además, defendemos la necesidad de sostener la demanda agregada tras una fuerte crisis internacional, como uno de los pilares básicos para apuntalar nuevamente a la economía en un sendero virtuoso de crecimiento y desarrollo.
Quedan, sin embargo, dos temas pendientes en los que es imperativo avanzar. Por un lado, mejorar las formas institucionales en que se deciden las políticas públicas. Es por esta razón que desde el Encuentro hemos presentado en el Congreso Nacional un proyecto de ley para regular el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), incluyendo los pagos de deuda externa con reservas. Frente a esto debemos decir que si la oposición de derecha conservadora se niega siquiera a discutirlo, es porque el debate los obligaría a revelarle a la población su plan de ajuste. Por otro lado, es urgente comenzar una investigación sobre el origen y la legitimidad de la deuda externa, para evitar pagar la parte que no corresponda y, además, para juzgar a quienes han hecho negocios a costa del dinero de los argentinos y evitar así que la historia se repita.